lunes, 23 de enero de 2012

Economía y sociedad en la monarquía hispánica del siglo XVI.

En el siglo XVI, se puede hablar de una expansión demográfica y económica dentro de la península ibérica eso sí en el contexto de una sociedad estamental.

Demográficamente, existe un crecimiento continuo en la población de Castilla. Concretamente sube un 15%, sobre todo en el sur. Cabe destacar, asimismo, la condición urbana de algunas de sus ciudades como Sevilla, Valladolid y Madrid. En cuanto a la Corona de Aragón, el crecimiento no es muy significativo. En esta época también se van a producir bastantes migraciones interiores y exteriores. (algunas personas veían en la migración a América una oportunidad de cambiar su status, ya que si se quedaban en la península no tenían ninguna posibilidad de ascender, dada la rigidez del sistema estamental) A final de siglo, la población se estanca y comienza a decaer, lo que nos hace ver cuál será la tónica del siglo XVII.

En el plano social, se puede aseverar que la sociedad era eminentemente rural. La nobleza y el clero eran muy importantes (tenían gran jerarquía social) y existía un marcado conservadurismo. La nobleza constituía el 5% de la población y era un grupo heterogéneo en cuanto a peso económico, patrimonial y social. Unos ejemplos son los grandes de España y los hidalgos. El clero era también un grupo bastante heterogéneo y constituía entre un 5 y 10% de la población. No tiene nada que ver el alto clero, de similitudes a la alta nobleza (exención de impuestos) y el bajo clero, similar a los campesinos en cuanto a modo de vida. El resto de la población pagaban muchísimos impuestos y eran sometidos a la justicia ordinaria. Eran un grupo muy diverso: desde grandes comerciantes a humildes campesinos y jornaleros. Por último, es importante destacar que había grupos diferenciadospor su etnia y religión: moriscos, judeoconversos, minorías marginadas o perseguidas. Tenemos que tener en cuenta que en esta época la limpieza de sangre era fundamental; para acceder a cargos públicos, pertenecer a la nobleza o simplemente tener prestigio social, era necesaria la limpieza de sangre.

En el plano económico, es un poco lo que ya hemos visto en clase. El comercio colonial americano hace que la agricultura y la industria artesanal se expanda ya que desde América se demandan productos. (La monarquía hispánica trae desde allí las materias primas y esta las transforma y se las vende a precios más caros) Destacan la metalurgia vasca, las atarazanas de Valencia y Barcelona (actual museo marítimo de la ciudad) y el sector textil de Sevilla, Toledo, pero, sobre todo, Segovia, de fama no sólo nacional, sino internacional. El comercio también tiene un gran desarrollo, ya que los territorios de la monarquía se ven aumentados. (se explota América) Las ciudades castellanas se llevan la palma, nada que ver con los puertos mediterráneos, venidos a menos por la pujanza turca. (hasta 1571 con la victoria en Lepanto y el posterior retroceso turco) Sin embargo, la situación no es tan buena como parece: la monarquía favorece la exportación de lana, por lo que la industria nacional queda desabastecida, es decir, pierde competitividad respecto al extranjero. La estructura agraria es todavía medieval, por lo que el latifundismo será predominante en muchos lugares de la península, sobre todo del sur. La incapacidad de la agricultura y el sector artesanal para abastecer la demanda es muy grande y el aumento de los precios afecta a las clases populares. (todo el oro que llega de América va directamente a los banqueros europeos, con los que la monarquía contrae deudas por el belicismo)

Como conclusión, se puede decir que la sociedad española no sufrió ninguna transformación a pesar de la llegada de riquezas desde América y tampoco aprovechó la oportunidad que le brindó el colonialismo americano para desarrollar definitivamente para desarrollar su economía, por lo que quedó rezagada respecto a otros países europeos. Las razones son las siguientes: mentalidad conservadora y antiburguesa de la población, alto endeudamiento del Estado (tres bancarrotas bajo el reinado de Felipe II) y la superioridad industrial de algunos países como los Países Bajos, Francia o Inglaterra. Todo esto se acentuará a finales del siglo XVI y, sobre todo, en el siglo XVII, en lo que será el ocaso del imperio español.

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